domingo, 13 de marzo de 2011

El AMOR

“El amor real e incondicional no espera nada del otro, ama lo que la otra persona es en esencia, sin el deseo de conseguirla, poseerla o cambiarla. Y de esa manera, el sufrimiento desaparece, porque ya no importa lo que la otra persona haga, nuestro amor no es voluble ni condicional, y la amaremos por lo que es, no por lo que esperamos de ella.” 
Ésta es la definición que Jon Sunman hace del amor auténtico. Querer cambiar a alguien no es por tanto un acto de amor hacia esa persona sino hacia uno mismo. Pues consideramos que la idea que tenemos de ella es mejor que la persona en sí.
Cuando amamos a alguien por lo que es inmediatamente se convierte en la persona que amamos.
La buena noticia es que amar puede aprenderse con la práctica. Estos días he estado leyendo algo sobre el amor, concretamente sobre “la gramática del amor”. Es un libro precioso. A través de varias novelas clásicas románticas, Rocío Carmona nos da las claves para descubrir el amor y entenderlo en todas sus variantes. blog.lagramaticadelamor.com

jueves, 3 de marzo de 2011

EL EFECTO PURPURINA

Todos conocemos a alguna persona capaz de encantar a quien sea –independientemente de cual sea su edad o sexo– con una simple sonrisa. Son seres que se deslizan por la vida con soltura, que saben lo que quieren y cómo conseguirlo; pero, sobre todo, son maestros en el arte de purpurizar.
En Los siete soles de la felicidad, Lucía habla de las hadas purpurizadoras. En el mundo de Barbie –lo siento, tengo una hija de cuatro años– son las hadas que acuden a las fiestas para hacer que los vestidos de las princesas brillen y deslumbren.
En la vida real son esas personas que brillan y encandilan a su paso. Lo cubren todo de purpurina… Y todos quedamos encantados con sus destellos y su magia.
Hay algo en su forma de expresarse, de mover las manos, de caminar, de sonreír, de mirar… que hipnotiza. Son sensuales, seductoras e inteligentes.
La diferencia entre un sol cotidiano y una hada purpurizadora es que el primero brilla por bondad y el segundo por interés. No me malentendáis, no hay nada malo en mirar por uno mismo, en quererse y en usar bien tus herramientas para conseguirlo. Pero hay que ser consciente de que la purpurina no dura, tarde o temprano cae, se disipa… Y si detrás de esos destellos no hay una buena persona,  el efecto purpurina no habrá servido de mucho.